A SOLAS CON DIOS

19.06.2012 10:11

 

A veces la vida nos depara cambios nunca imaginados,

dificultades que nos pesan mucho y molestias que mejor hubiera sido evitar.

A veces nos parece que erramos en un desierto árido.
Pero es al sentirnos extraviados y sin meta que Dios,
con Su fiel presencia, abre Su corazón.

El es quien nos conforta el alma sedienta y el corazón quemado,
y nos conduce a las altas cimas donde conocemos la paz y plenitud eternas.

Mientras tu vida continua su largo y arduo peregrinaje, recuerda...
con Dios, nunca te abrumará la soledad.

 

En ocasiones surgen situaciones que no podemos controlar, las cuales turban nuestro entendimiento y agobian nuestro corazón. En momentos así, cuando pensamos que estamos solos, que no hay fuerzas para seguir hacia adelante, donde el futuro es incierto; es en esos momentos cuando Dios esta mas cerca nuestro (aunque no lo sintamos). Por eso, cuando hay mas tristeza y pena es cuando hay que levantar los ojos al cielo y expresar un canto de adoración y alabanza. Cuando todo va bien es fácil adorar a Dios. Pero es allí, en el valle de sombra de muerte donde El quiere que a pesar de nuestra condición, pongamos en practica la fe y reconozcamos Su poder para librarnos.

David es el ejemplo más grande que tenemos del ser humano que sufre persecución, soledad y tribulación; aún así, adora a Dios en medio del sufrimiento. Con razón se le conoce como el hombre conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13:14), por ese amor profundo que sentía por Dios el cual vemos expresado en sus cánticos. Por eso, tomo los Salmos como bálsamo para las heridas del alma, ya que en ellos vemos el corazón agobiado de un hombre sediento por la Presencia de Dios y cómo esa actitud, mueve la mano poderosa de Dios para su beneficio. Cuando te agobie la soledad, vuélvete a ellos, y como David, abre tu boca y tu corazón ante la presencia del Todopoderoso Dios. Entre tantos cánticos hermosos encontrados en los Salmos, he escogido algunos de mis favoritos:

Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, pues me encuentro solo y afligido. Crecen las angustias de mi corazón; líbrame de mis tribulaciones. Protege mi vida, rescátame; no permitas que sea avergonzado, porque en ti busco refugio.
Hubiera yo desmayado, si no creyese que tengo de ver la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda á Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón: Sí, espera á Jehová
Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñíste de alegría. Por tanto á ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre
Muchos son las aflicciones del justo; Mas de todas ellas lo librará Jehová
Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.
En Dios solamente está callada mi alma: De él viene mi salud. El solamente es mi fortaleza, y mi salvación; Es mi refugio, no resbalaré mucho.
A él clamé con mi boca, Y ensalzado fue con mi lengua. Si en mi corazón hubiese yo mirado á la iniquidad, El Señor no me oyera. Mas ciertamente me oyó Dios; atendió a la voz de mi súplica. Bendito Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.

Pacientemente esperé á Jehová, y El se inclinó á mí, y oyó mi clamor. El me hizo sacar de un lago de miseria, del lodo cenagoso; Y puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca canción nueva, alabanza á nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y esperarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso á Jehová por su confianza
Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a tí? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen: Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. Y en cuanto á mí, el acercarme a Dios es el bien: He puesto en el Señor Jehová mi esperanza, para contar todas tus obras.